“La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía.”[1]

Estas personas que nos enseñan cómo alcanzar la meta, son los Santos: cercanos, porque compartieron nuestras fragilidades y nuestras luchas, pero verdaderas estrellas de nuestra vida, porque vivieron las virtudes en forma extraordinaria.

Este blog quiere hacerte conocer a una mujer ejemplar. Hoy la Iglesia, que es Madre de los Santos, está estudiando y valorando sus virtudes y sus obras que hoy perduran: es la Venerable, Madre Eufrasia Iaconis, Fundadora de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires.



[1] Spes Salvi, N° 49

martes, 14 de julio de 2015

2 de agosto de 2015 99° aniversario de la partida al Cielo de la Madre Eufrasia

El 2 de agosto de 1916, a los 48 años de edad, la Madre Eufrasia Iaconis partió al encuentro de Aquel que la había elegido y a quien respondió con cotidiana fidelidad y generoso abandono. Luego de una vida fecunda, murió en el Hospital Pirovano, rodeada de sus Hijas.
Numerosos fueron los testimonios de cariño y admiración hacia esta religiosa excepcional. Transcribimos algunos:

“Ahora no nos queda más que trabajar, honrar su memoria con la imitación de sus virtudes y hacernos acreedoras a la protección que desde el cielo nos prodiga.”[1]

“¡Si vieran qué cariño nos demostraba en los últimos días!... ¡Cuánto nos quería!... Nos decía que toda su felicidad y su pensamiento único eran Dios y sus hijas. Sufrió todo, todo… con una paciencia inalterable. Su muerte fue tranquila, como la muerte del justo, en su rostro reflejaba una sonrisa.”[2]

“Dios la creyó madura para el premio reservado a los elegidos, porque en un breve espacio de años su vida fue fecunda de bien y de tantas obras por la fe y por el prójimo. ¡Ustedes tienen un ángel en el cielo que vela y protege; nosotros, que tuvimos la dicha de conocerla y de amarla, una santa en el Cielo que rezará por nosotros!”[3]

“El sentimiento que causó tan inesperada separación se hizo patente en la multitud de cartas y telegramas que se recibieron, a medida que fue propagándose la noticia de la muerte de la Rda. Madre. Y no podía ser de otro modo; pues su gran corazón no se encerraba en los límites del amor y cariño que profesaba a su hijas en la Congregación, sino que se extendía a las personas extrañas a la misma, acudiendo a su necesidades materiales con sus auxilios, a sus luchas morales con su consejo y a todos en todo tiempo, próspero o adverso, con el cariño que prodigaba a manos llenas en todos los corazones que se le acercaban.”[4]

La celebración de este 2 de agosto de 2015, marca el inicio del Año Centenario, que culminará el 2 de agosto de 2016, cuando se cumplirán 100 años del retorno a la Casa del Padre de nuestra Fundadora.
Queremos invitar a todos a acompañarnos:









[1] Carta de las Hermanas del Colegio a la Hermana Estanislada y Hermanas. Buenos Aires, 14 de septiembre 1916.
[2] Carta de las Hermanas del Colegio a la Hermana Estanislada y Hermanas. Buenos Aires, 29 de septiembre de 1916.
[3] Carta de G. Simoncini a la Hermana Estanislada, Génova, 22 de septiembre de 1916.
[4] Recuerdo biográfico de la Revda. Madre Sor Eufrasia Iaconis, P. Vicente Gambón, s.j., Milán, 1919.