“La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía.”[1]

Estas personas que nos enseñan cómo alcanzar la meta, son los Santos: cercanos, porque compartieron nuestras fragilidades y nuestras luchas, pero verdaderas estrellas de nuestra vida, porque vivieron las virtudes en forma extraordinaria.

Este blog quiere hacerte conocer a una mujer ejemplar. Hoy la Iglesia, que es Madre de los Santos, está estudiando y valorando sus virtudes y sus obras que hoy perduran: es la Venerable, Madre Eufrasia Iaconis, Fundadora de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires.



[1] Spes Salvi, N° 49

miércoles, 13 de marzo de 2019

San José, una de las devociones más significativas para la Madre Eufrasia


El martes 19 de marzo se celebra la solemne fiesta de San José, esposo de María y patrono universal de la Iglesia; santo protector de la Congregación Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires. Su fundadora, la Sierva de Dios Madre Eufrasia Iaconis, inculcó en sus Hijas esta devoción.

San José, custodio amoroso de la Virgen y de Jesús, abrazó su misión con discreción, humildad y silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad total. Aún cuando no comprendía, se dejó guiar por la voluntad Divina.
La misma Madre, en sus cartas, alienta su devoción entre las Hermanas y las niñas que estaban bajo su protección. Una de sus fundaciones está bajo el patrocinio de este virtuoso Santo.
Seguramente, la Madre veía en él un ejemplo de obediencia silenciosa  frente a las señales del Señor, aunque fueran incomprensibles para su humanidad. Reconocía también que su figura es modelo por excelencia de educador, tanto para la Iglesia como para la sociedad.
El Papa Francisco comparte con la Sierva de Dios esta devoción, que ha expresado públicamente, y motiva al pueblo cristiano a seguirla. Ha declarado: cada vez que le he pedido algo a San José, me lo ha concedido”.
En una de sus cartas, la Madre Eufrasia expresa: El Glorioso Patriarca S. José les lleve mis más afectuosos saludos y les otorgue lo que Uds. desean para seguir siempre adelante en sus santos propósitos[1].”
Sigamos en nuestros días el ejemplo de la Sierva de Dios y del Papa Francisco: recemos a San José para que nos conceda la gracia de la obediencia y el silencio, aunque a veces no comprendamos las señales del Señor.

¡Saludamos al Instituto San José en su día!






[1] Carta de la Madre Eufrasia a las Hermanas de Barrio Vila, Rosario. Milán, 3 de marzo de 1913. AHFIC  DE 3/ 4, 8, 17