En
el proceso de una Causa de Canonización son relevantes los documentos que demuestran el cumplimiento de las gestiones eclesiales indicadas para cada fase,
asimismo los que testimonian
históricamente la vida y obra del Siervo de Dios, tanto los escritos, como las
imágenes y los registros sonoros. Pero, también, son fundamentales las
pruebas que atestiguan la presencia de los
signos de la santidad.
Éstos son cuatro:
v
Fama
de Santidad: Hace referencia a la buena fama, la buena reputación. Es la opinión
extendida entre los fieles acerca de la pureza e integridad de vida del Siervo
de Dios y de que practicó las virtudes en grado heroico. El cristiano debe ser
humilde pero debe forjar una fama de santidad para ser imitado en su conducta,
no por vanagloria. Dicha reputación no debe remitirse a un lugar sino
extenderse por el mundo. Sin embargo, no se trata de sumar testigos sino de
valorar también quiénes la sostienen.
v
Fama
de martirio: es
la opinión extendida entre los fieles acerca de la muerte sufrida por el Siervo
de Dios por la fe o por una virtud relacionada con la fe.
v
Fama signorum, fama
por los signos: es la
opinión difundida entre los fieles acerca de las gracias y favores recibidos a
través de la intercesión del Siervo de Dios. Es uno de los elementos más
importantes de la Fama
de Santidad. Los santos interceden por los creyentes y consiguen de la Misericordia divina
lo que la gente les pide a ellos. Por eso debe considerarse como un criterio
negativo, o al menos no positivo, la ausencia de favores recibidos por la
intercesión de un Siervo de Dios. Debe de haber fama de signos que pruebe que la opinión de la gente sobre el
Siervo de Dios no es mera percepción subjetiva con escaso fundamento. Esto es
importante cuando, por el tiempo transcurrido faltan testigos del momento del
martirio o de las circunstancias del mismo y por eso la presencia de una fama
sólida y extendida entre la gente se presenta con mayor fuerza de lo que
pudiera parecer a primera vista.
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