“La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía.”[1]

Estas personas que nos enseñan cómo alcanzar la meta, son los Santos: cercanos, porque compartieron nuestras fragilidades y nuestras luchas, pero verdaderas estrellas de nuestra vida, porque vivieron las virtudes en forma extraordinaria.

Este blog quiere hacerte conocer a una mujer ejemplar. Hoy la Iglesia, que es Madre de los Santos, está estudiando y valorando sus virtudes y sus obras que hoy perduran: es la Venerable, Madre Eufrasia Iaconis, Fundadora de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires.



[1] Spes Salvi, N° 49

martes, 15 de julio de 2014

Mujer Fuerte

Padre Vicente Gambón, S. J
En marzo de 1914, la Madre Eufrasia se encontraba en Italia, donde recientemente había iniciado el Noviciado de Milán y un Oratorio. Pronto retornaría a la Argentina, llegando al puerto de Buenos Aires en el mes de junio. Para esa época, su salud ya era frágil. Durante su estadía en Milán empezó a sentir los síntomas de su enfermad. En la Argentina se somete a estudios y análisis.
En el año 1915, es reelecta como Superiora General de la Congregación. Si bien las molestias que le produce su enfermedad van en aumento, continúa con sus viajes y está al frente de las actividades propias de su cargo. Le cuenta en una de sus cartas al Padre Gambón[1], su confesor, que a pesar de estar bajo tratamiento médico, no experimenta ninguna mejoría.

"Quiere que le diga la verdad de cómo estoy? Aquí la tiene muy clara, sin esconderle nada estoy mal, muy mal con poca esperanza de sanar, por lo menos yo así lo pienso, pues hace tiempo que estoy bajo cura y no veo ninguna mejoría"[2].

La fortaleza es una virtud muy destacada en la Madre Eufrasia, que nos sirve de ejemplo para la vida de hoy. Aun viendo que su salud no mejoraba, no abandonó su tarea, continuó hasta su último aliento trabajando para el prójimo a través de sus obras y manteniendo unidas a sus queridas Hermanas.
Afrontó las adversidades del camin
o, no bajó los brazos ni se compadeció de sí misma frente a su salud endeble, sino que se entregó por completo a los designios del Señor y aceptó de buen grado su santísima voluntad.

"[…] me ha tocado en lo más íntimo de mi alma, tratándose del adelanto de nuestra querida Congregación, y también  del provecho de las almas de mis más amadas Hijas. Por estos dos puntos estoy dispuesta, a cualquier sacrificio, aunque sea de lo más grande que se pueda encontrar y cumpliendo esto, tengo la plena convicción que  consuelo el Corazón de Dios […]"[3].







[1] Fue confesor y director espiritual de la Madre Eufrasia. En 1919, en Milán, se imprimió su libro Recuerdo biográfico de la Rda. Madre Sor Eufrasia Iaconis, Superiora General de las Hermanas de Caridad, de gran valor por la importancia de quien fue su autor y por la intención de conservar la memoria de su vida para las generaciones futuras.   
[2] Carta de la M. E. al P. Gambón -Buenos Aires.  Buenos Aires, 10 de febrero de 1916. AHFIC  DE 3/ 4, 4, 2
[3] Carta de M. E. al P. Gambón -Buenos Aires.  Concepción del Uruguay, 20 de agosto de 1915. AHFIC DE 3/ 4, 4, 1