“La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía.”[1]

Estas personas que nos enseñan cómo alcanzar la meta, son los Santos: cercanos, porque compartieron nuestras fragilidades y nuestras luchas, pero verdaderas estrellas de nuestra vida, porque vivieron las virtudes en forma extraordinaria.

Este blog quiere hacerte conocer a una mujer ejemplar. Hoy la Iglesia, que es Madre de los Santos, está estudiando y valorando sus virtudes y sus obras que hoy perduran: es la Venerable, Madre Eufrasia Iaconis, Fundadora de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires.



[1] Spes Salvi, N° 49

jueves, 14 de mayo de 2020

LA FE Y LA FORTALEZA


En noviembre de 1912 la Madre Eufrasia se encontraba en Milán, había viajado a principio de ese año para iniciar la construcción del edificio y así poder fundar el Noviciado en el que tanta esperanza tenía. Esta obra llevó tiempo, durante ese lapso estuvo alejada de las Comunidades de la Argentina.
Si bien ella conocía la importancia de la obra emprendida, no le era sencillo estar separada de sus Hijas. Sabía de las necesidades espirituales, materiales y anímicas de éstas; aun así, la Madre siempre se mostró firme y con gran constancia ante las dificultades, haciéndole frente a las pruebas que aparecían en su camino, sabiendo que Dios y la Inmaculada jamás la abandonarían y entregándose a los designios divinos.
La Venerable Madre Eufrasia fue una mujer y una religiosa interpelada por la Fe y la Fortaleza, estas virtudes como otras fueron sus grandes herramientas para llevar adelante la Obra con perseverancia y confianza en Dios. Debemos ver en ella un ejemplo a seguir, permitámonos ser como las Hermanas que esperaban las palabras de aliento de la Madre a través de sus cartas y sigamos su consejo… recemos y dejemos en las manos de Dios y de la Virgen todas las dificultades que estemos pasando porque nunca van a soltarnos la mano.

“Sí, me es bastante doloroso el pasar este día lejos de mis queridas Hijas y de todo lo que formaba mi dicha y que; en ciertos momentos servían para hacerme olvidar mis penas y angustias. Fiat, oh Señor! Tú lo quieres, cúmplase en todo tu SS. Voluntad! Seamos generosas, ofrezcamos con ánimo grande este sacrificio que Jesús nos pide, para que Él y su Madre amadísima derramen sus gracias sobre esta fundación y sus más escogidas gracias bendiciones sobre nuestra amada Congregación”[1].



[1] Carta de la Madre Eufrasia a las Hermanas de Barrio Vila, Rosario. Milán, 11 de noviembre de 1912. AHFIC DE 3/ 4, 8, 12.