“La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía.”[1]

Estas personas que nos enseñan cómo alcanzar la meta, son los Santos: cercanos, porque compartieron nuestras fragilidades y nuestras luchas, pero verdaderas estrellas de nuestra vida, porque vivieron las virtudes en forma extraordinaria.

Este blog quiere hacerte conocer a una mujer ejemplar. Hoy la Iglesia, que es Madre de los Santos, está estudiando y valorando sus virtudes y sus obras que hoy perduran: es la Venerable, Madre Eufrasia Iaconis, Fundadora de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires.



[1] Spes Salvi, N° 49

lunes, 13 de abril de 2020

Pascuas de Resurección


En estos días, tan difíciles, que estamos viviendo a   nivel mundial, es nuestro deseo fortalecernos en el sentido de la Semana Santa.

El Domingo de Gloria celebramos la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, quien padeció y murió en cruz para salvarnos. En estas Pascuas, tan particulares, no olvidemos hacer un lugar en nuestros hogares y en nuestros corazones para dar la bienvenida al Señor Resucitado, y dejar en sus manos nuestros pecados y miserias.

Hacemos llegar un mensaje de la Venerable Madre Eufrasia para estas Pascuas; si bien sus palabras están dirigidas a Monseñor Mariano A. Espinosa, transmite en ellas hermosos deseos de aliento y esperanza, que compartimos para ustedes.

“El objeto de la presente es augurarle las felices Pascuas, juntamente a las más hermosas y expresivas gracias de Ntro. Señor Resucitado. Que desde el cielo, donde asciende glorioso y triunfante, envíe sus bendiciones sobre su veneranda persona y efluvios de felicidad inunden su ánimo […]”[1]



[1] Carta de la Madre Eufrasia a monseñor Mariano A. Espinosa, arzobispo de  Buenos Aires. Milán, 26 de febrero de 1913. AHFIC DE 3/ 4, 1, 3; F. 14 a 14 r.