“La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía.”[1]

Estas personas que nos enseñan cómo alcanzar la meta, son los Santos: cercanos, porque compartieron nuestras fragilidades y nuestras luchas, pero verdaderas estrellas de nuestra vida, porque vivieron las virtudes en forma extraordinaria.

Este blog quiere hacerte conocer a una mujer ejemplar. Hoy la Iglesia, que es Madre de los Santos, está estudiando y valorando sus virtudes y sus obras que hoy perduran: es la Venerable, Madre Eufrasia Iaconis, Fundadora de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires.



[1] Spes Salvi, N° 49

miércoles, 31 de marzo de 2021

La Cruz


El 5 de abril de 1913 desde Milán la Madre Eufrasia le escribe a su confesor, Rdo. Padre Vicente Gambón sj, sobre diversos asuntos, entre ellos deja unos párrafos dedicados a los Ejercicios Espirituales que han tenido lugar en la Casa en la cual se encuentra.

Dentro de la descripción que hace la Venerable Madre resalta que el Padre que llevó adelante los Ejercicios les enseño a las Hermanas a hacer la señal de la Cruz y a besar el Crucifijo,

Todos los días nos enseñaba a hacer la señal de la cruz y qué cruz...! Al llegar [cancelado: y al] al hombro izquierdo decía: “Carga, Señor, con cruces, carga que yo las llevaré con mucha alegría”. Nos enseñó también a besar el crucifijo con mucho amor, cuando besábamos las [cancelado: do] manos besarlas con afecto y agradecerle por [F. 20a.] que se dignaba darnos cruces.[1]

 

Bartolomé Murillo.
Cristo en la Cruz.
Museo del Prado, España
 
No es menor la enseñanza que les deja el jesuita y que ella valora inmensamente dado que lo describe con detalle: con esa simple señal los cristianos rechazamos el mal que ocasiona las divisiones, la envidia, el ego, etc.  y al besar el crucifijo le damos sentido al sufrimiento de Cristo por nosotros que no es más que el amor puro y absoluto del cual podamos gozar.

Tengamos en cuenta en estas fechas las palabras de la Madre Eufrasia y del Papa Francisco

Esta semana, pensemos tanto en el dolor de Jesús, y digámonos a nosotros mismos: “¡y ésto es por mí!” Aunque yo hubiera sido la única persona en el mundo, Él lo habría hecho. ¡Lo ha hecho por mí! Y besemos el Crucifijo y digamos: “por mí, gracias Jesús, por mí”[2]

 




[1] Carta de la Madre Eufrasia al Rdo. Padre Vicente Gambón, sj – Buenos Aires. Milán, 5 de abril de 1913. AHFIC DE 3/ 4, 1, 3; F. 18 a 21

[2] Catequesis del Papa (16 de abril de 2014). Radio Vaticano. Recuperado de:  http://www.archivioradiovaticana.va/storico/2014/04/16/dios_vence_en_la_derrota._nos_har%C3%A1_bien_mirar_el_crucifijo_esta/spa-791284