“La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía.”[1]

Estas personas que nos enseñan cómo alcanzar la meta, son los Santos: cercanos, porque compartieron nuestras fragilidades y nuestras luchas, pero verdaderas estrellas de nuestra vida, porque vivieron las virtudes en forma extraordinaria.

Este blog quiere hacerte conocer a una mujer ejemplar. Hoy la Iglesia, que es Madre de los Santos, está estudiando y valorando sus virtudes y sus obras que hoy perduran: es la Venerable, Madre Eufrasia Iaconis, Fundadora de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires.



[1] Spes Salvi, N° 49

martes, 9 de septiembre de 2014

2 de agosto: Conmemoración de la partida al Cielo de la Sierva de Dios Madre Eufrasia Iaconis



Hace 98 años, el 2 de agosto de 1916, en una de las salas del Hospital Pirovano moría la Madre Eufrasia. El Señor acogía su alma en su seno misericordioso...
Esta partida dejó sin consuelo a sus queridísimas Hijas, quienes necesitaron mucha fe y resignación para superar esta gran pérdida. Fue de gran ayuda el apoyo que se brindaron mutuamente para llevar adelante ese dolor. Fundamentalmente confiaron en que ella no las abandonaría e intercedería por ellas ante el Señor. Leemos en sus cartas:

“Valor queridas Hermanas, que un día no muy lejano quizás, volveremos al lado de nuestra amada Madre. No dudemos que ella desde el cielo nos prodiga su maternal protección y ahora más que nunca, nos puede alcanzar cuantas gracias deseamos”[1]

“Lloren y lloren mucho, porque tesoro como el que hemos perdido, no lo hallaremos jamás, pero recordemos también, que si Dios tiene reservado un lugar a la santidad, al amor inmenso, a los corazones abnegados allí estará nuestra inolvidable Madre"[2]

Su amor y bondad; su incansable lucha y sacrificio por el desprotegido, su fe y esperanza, la fortaleza ante la adversidad y su fiel obediencia a la Iglesia, entre otras virtudes, fueron el legado que la Madre Eufrasia dejó a sus amadas Hijas. Éstas, no dudaron un instante en tratar de imitarla,confiando plenamente en que la Madre las protegería y guiaría desde el Cielo.


“Nos consuela la esperanza que un día nos juntaremos con ella en el cielo. Ahora no nos queda más que trabajar, honrar su memoria con la imitación de sus virtudes y hacernos acreedoras a la protección que desde el cielo nos prodiga”[3]

“de sus ojos también fluyen a torrentes las lágrimas....... lágrimas ardientes..... sinceras..... pero dulcificadas con el pensamiento de que Aquella que lloramos, ha recibido ya el premio de sus virtudes, que nos mira desde el Cielo, desde allí protege a nuestra amada congregación”[4]







[1]CARTA DE LAS HERMANAS DEL COLEGIO A LA HERMANA ESTANISLADA Y HERMANAS. Buenos Aires, 14 de septiembre 1916 (no como aparece 14 de julio 1916). AHFIC DE 3/ 9, 8, 33
[2] CARTA DE LA HERMANA JUANA A LA HERMANA ESTANISLADA. Buenos Aires, 5 de agosto  de 1916. AHFIC DE 3/ 9, 8, 23
[3] CARTA DE LAS HERMANAS DE LA CLASE A LA HERMANA ESTANISLADA. Buenos Aires, 13 de agosto de 1916. AHFIC DE 3/ 9, 8, 25
[4] CARTA DE LAS HERMANAS DEL COLEGIO A LA HERMANA ESTANISLADA. Buenos Aires, 7 de septiembre de 1916. AHFIC DE 3/ 9, 8, 31

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