“La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía.”[1]

Estas personas que nos enseñan cómo alcanzar la meta, son los Santos: cercanos, porque compartieron nuestras fragilidades y nuestras luchas, pero verdaderas estrellas de nuestra vida, porque vivieron las virtudes en forma extraordinaria.

Este blog quiere hacerte conocer a una mujer ejemplar. Hoy la Iglesia, que es Madre de los Santos, está estudiando y valorando sus virtudes y sus obras que hoy perduran: es la Venerable, Madre Eufrasia Iaconis, Fundadora de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires.



[1] Spes Salvi, N° 49

sábado, 2 de junio de 2018

Corpus Christi 2018


El 3 de junio celebramos la solemnidad de Corpus Christi, en la cual recordamos el amor incondicional de Jesús, su entrega y sacrificio por nuestra salvación.
Mediante la Eucaristía recibimos la gracia de Dios, nos acercamos a nuestra redención y fortalecemos nuestra caridad. La Eucaristía es nuestro alimento espiritual.
La Madre Eufrasia comprendía la importancia de la comunión diaria, entendía la necesidad que tiene el espíritu del hombre de recibir la Gracia del Señor y cómo este alimento obra maravillas en él. Es por esto que en sus cartas siempre les recordaba a sus Hijas que no prescindieran nunca de este sacramento y que también procuraran que las niñas que estaban bajo su cuidado lo hicieran; les recalcaba la importancia de tener el corazón preparado para recibir el amor más puro que puede existir, el de Jesús.
En una de las cartas, la Sierva de Dios les escribe a las Hermanas de Córdoba su deseo y esperanza para las niñas que ponto recibirían por primera vez el alimento celestial:


“Hoy empezarán a venir unas 300 niñitas para preparar a la 1ª Comunión; Dios quiera que las preparemos bien, para que halle sus corazoncitos dignos de Él”[1].






[1] Carta de la Madre Eufrasia a las Hermanas de Córdoba. Milán, 2 de marzo de 1914. AHFIC  DE 3/ 4, 9, 14.


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